Las familias de niños con TEA, tienen inicialmente muchas dudas que resolver, confiamos que en estas páginas, tanto ellos, como los diferentes profesionales que trabajan con este alumnado, encuentren recursos adecuado para favorecer un ambiente familiar integrador. “El profesional es el experto en autismo pero la familia es la experta en la persona” (David Preece). No concebimos nuestra intervención sin la cooperación e implicación familiar.
Las diferentes complicaciones en las primeras fases del desarrollo del TEA, afectan de forma evidente a las familias, en primer lugar, una importante crisis por la que todos los miembros pasan. Una crisis involuntaria que tiene diversas fases: inmovilización, minimización, depresión, aceptación de la realidad, comprobación, búsqueda de significado e interiorización real del problema. El momento en el que se recibe la noticia causa un impacto que puede originar una crisis de sorpresa, duda y negación. Hasta que se llega al punto de enfrentarse a la nueva situación desde una posición más realista. Dado que el diagnóstico del autismo no aparece hasta pasados los dos años, casi tres de edad en el niño, es normal la preocupación previa que padecen las familias al ir observando el desarrollo poco común de su hijo. ( Riviére, 2000)
Por todo ello, es importante saber que es lógico y natural que existan tensiones familiares y que la tranquilidad y la calma pueden llegar a alterarse (Bayonas, 2000). Pero será importante luchar para que todos los miembros de la familia comprendan la nueva situación. Además, el diálogo, herramienta imprescindible en cualquier familia, se convierte en algo vital para aquellas con niños con autismo. Las familias deben comprender el mundo de sus hijos.